Aprende a dominar tu mente

Las distracciones crecen, y con ellas, nuestra incapacidad de centrarnos en aquello que verdaderamente importa. Dejar nuestros objetivos para mañana se ha convertido en una costumbre, y por mucho que luchemos contra nuestra mente no podemos salir de ese ciclo. Parece que hacemos mucho, pero sentimos que no hacemos nada. ¿Cuáles son los motivos? ¿Por qué somos incapaces de tomar acción? ¿Cómo podemos vencer a nuestra propia mente? Veamos como la psicología responde a estas preguntas.
Bienvenidos, a la procrastinación. 

El Laberinto de la Procrastinación

La procrastinación no es una cuestión de simple pereza o falta de voluntad, es una lucha interna entre diferentes partes de nuestro cerebro. Está tan arraigada en nuestra psicología que todos la hemos experimentado alguna vez, y todos coincidimos en lo mismo. Sentimos que estamos haciendo algo mal, pero parece que no podemos hacer nada para evitarlo. 
Entramos en el típico ciclo, en el que empezamos con buenas intenciones, pero esas intenciones se desvían hacia las distracciones, a postergar nuestras tareas y hacia un inevitable final: el pánico absoluto.  

La irracional procrastinación 
Si te paras a pensar en ello, no hay nada más irracional que la procrastinación. Todos somos conscientes de que retrasar nuestras tareas hasta el último momento es contraproducente, pero aun así, lo seguimos haciendo. Y así será hasta que le pongamos solución. Iremos viendo cómo a lo largo del video. 
La procrastinación le impide a la gente conseguir sus sueños. No saben por dónde atajar el problema,  y la pereza gana un día más. Mientras no toman acción, sienten una espina clavada en su mente, una voz interna que les dice que deberían estar trabajando. Una cuerda que tira de ellos y les impide empezar. El hecho de saber que deberían estar haciendo algo les genera malestar, pero a parte de empeorar su estado de ánimo, no surte ningún efecto. 
La procrastinación puede disfrazarse de mil maneras, desde ver un maratón de series en un día laboral hasta reorganizar tu escritorio en lugar de empezar a escribir ese informe. Quizás te encuentres revisando las redes sociales constantemente mientras pospones esa tarea que sabes que es importante. O tal vez evites iniciar un proyecto porque la idea de hacerlo parece abrumadora. Detrás de cada una de estas acciones, hay un patrón de postergación que nos aleja de nuestras metas. 
Hacemos las cosas más complejas de lo que son realmente, solo para justificar la procrastinación. Pero, ¿por qué? A menudo, a raíz de una falta de claridad. No tener una visión y un plan de actuación claro es la receta perfecta para la procrastinación. 
El miedo puede ser otro gran motivo. Miedo al fracaso, a no estar a la altura o a lo que otros puedan pensar. Pero la razón más importante es la incomodidad que surge al enfrentarnos a tareas que nos parecen difíciles. Veremos más adelante cómo solventar estos grandes problemas. 

El tiempo se acaba
Queremos pero no podemos. Estamos motivados pero no tomamos acción. El estrés golpea nuestra mente y nos deja contra las cuerdas. Ya sea una boda o un examen, a medida que se va acercando la fecha en cuestión, el estrés aumenta como consecuencia del aumento de cortisol. Es ahí donde el miedo vence, y en el último momento, segundos antes de que suene la campana, tomas acción. A veces sale bien, otras… En fin, acabamos tirados en la lona sin saber ni qué golpe ha acabado derribándonos. 
La cuestión es la siguiente. No todas las tareas tienen fecha límite. Aunque sea, en el caso anterior nos podemos aprovechar de ese momento en el que no vemos otra salida que ponernos manos a la obra, como puede ser en un examen, o una entrega de un documento importante para tu empresa. Pero cuando no hay un tiempo específico para el cumplimiento de la tarea, es otro gallo el que canta. La procrastinación es particularmente peligrosa en estas tareas, como pueden ser emprender, hacerse cargo de un negocio propio, escribir un libro o hacer ejercicio. En estos casos, la adicción a la gratificación instantánea tiene vía libre, y puede hacer con nuestra mente lo que le venga en gana. Distracciones constantes que nos alejan de nuestros objetivos. 

En busca de la dopamina
Hablando de adicción, huelga decir que el hecho de que la mayoría de personas sean adictos a la gratificación instantánea no ayuda en absoluto. Nuestro cerebro busca el placer inmediato, y te empujará con fuerza hasta que tenga lo que quiere, alejándote de ese lugar oscuro y desagradable en el que no quiere estar; ahí donde las tareas son difíciles y requieren un esfuerzo inaceptable para tu adicta mente. Demasiado esfuerzo para tan poca dopamina. Esa parte de tí es la que te impulsa a ver ese video, a posponer el trabajo, a buscar entretenimiento en lugar de enfocarte en tus objetivos a largo plazo. Es como si una guerra estuviera teniendo lugar en tu mente: el mono de la gratificación instantánea lucha contra tu parte racional. Esa parte de tí lucha por tomar la decisión sensata y ponerse manos a la obra, al ser consciente de que para alcanzar grandes metas, a menudo debemos atravesar momentos de incomodidad y esfuerzo. Por desgracia, el mono suele ganar la mayoría de las peleas. 
La sobreestimulación diaria convierte a las demás tareas en simples elementos en segundo plano. Si antes ya eran aburridas y poco estimulantes, ahora lo son más. Los otros estímulos atraen tu atención como un caramelo a un niño: no puedes resistirte a las sensaciones placenteras que te van a otorgar, incomparables desde luego a esa lista de tareas que está cogiendo polvo en algún lugar apartado de tu mente. 

Impacto en la felicidad
Ojala el único problema de la procrastinación fuera el entregar ese documento sin haber dado el 100% de nuestra capacidad; o el hecho de sacar un 5 raspado en ese examen, cuando fácilmente podríamos haber sacado un 8 bien redondo. El caso es que la procrastinación también afecta a nuestra felicidad y satisfacción en general con nuestra vida. Pensad en esto: si aplazamos constantemente aquello que es importante para nosotros, entraremos en un bucle de insatisfacción, constantemente arrepentidos de no haber tomado el camino alternativo hacia el trabajo duro. Nos juramos y perjuramos que a la próxima nos vamos a poner a trabajar mucho antes, a tiempo. Incluso pensamos en los beneficios de esto: si hacemos un poco todos los días, la tarea se vuelve mil veces más sencilla, y cuando lleguen las fechas próximas no sentiremos ese estrés que nos crispa los nervios, porque todo estará bien encaminado. Por desgracia, la próxima vez vuelve a pasar lo mismo, y la procrastinación vuelve a hacer de las suyas. 
Podemos ver la procrastinación como un gran caldero en el que se cuece a fuego lento la ansiedad, la culpa y el arrepentimiento. Pasará el tiempo, y al mirar atrás esas cosas que siempre quisiste hacer, pero que nunca hiciste, te devolverán la mirada con arrepentimiento. Aquello que podría haber sido ocupará tu mente, pero nunca habrá una respuesta que satisfaga tus inquietudes. Esperaste el momento perfecto, sin saber que ese momento era el ahora; que más allá del ahora, el momento perfecto no existe. 
Como podréis imaginar, la procrastinación afecta a nuestra felicidad más de lo que creemos a simple vista. Vamos a ver qué podemos hacer al respecto. 

El Despertar de la mente

Punto 1: Autoconciencia
El primer paso para liberarnos del ciclo de la procrastinación es la autoconciencia. Este proceso es clave. Debemos reconocer cuándo y por qué postergamos. Es crucial ser honestos con nosotros mismos y observar nuestros propios patrones de comportamiento sin juzgarnos. Es como si estuviéramos analizando nuestra propia rutina desde fuera. Pregúntate: ¿Qué tareas tiendo a evitar? ¿En qué momentos del día soy más propenso a procrastinar? ¿Qué sentimientos surgen cuando me doy cuenta de que estoy postergando? Al responder estas preguntas, comenzamos a entender cómo funciona nuestra mente en relación con la procrastinación. Podemos anticiparnos a estos patrones para recuperar el control sobre nuestras acciones. Si ignoramos estos patrones, el tiempo se convierte en nuestro enemigo; un enemigo silencioso. Los días, semanas y meses pueden pasar sin que avancemos en lo que realmente nos importa. Toma consciencia y conviértete en el dueño de tu destino. Cada momento cuenta en la construcción de tu futuro.

Punto 2: Divide y vencerás
Una vez que somos conscientes de nuestros patrones de procrastinación, podemos empezar a aplicar herramientas prácticas para superarlos. 
Lo primero es tener una meta clara. La falta de claridad en tus metas y objetivos te mantiene en un círculo de pensamientos excesivos. Le das demasiadas vueltas a algo que es mucho más sencillo de lo que crees. Siéntate y reflexiona sobre cuál es ese gran objetivo por el que quieres luchar, y los motivos por los cuales quieres dirigir tus esfuerzos en esa dirección. Escríbelo en un cuaderno si es necesario. Ahora quiero que cojas ese gran objetivo que tienes delante, y lo dividas en metas pequeñas y alcanzables. De esta forma evitarás sentirte abrumado por la gran montaña que tienes delante, y te centrarás en llegar al siguiente punto de control. 
Ese pequeño objetivo te ayudará a dar el primer paso. Cuando lo cumplas liberarás dopamina, te sentirás realizado y te será más fácil ir a por el siguiente objetivo. De esta forma, estás entrando en un ciclo positivo de acción, que te ayudará a romper con la procrastinación. La estructura crea claridad. La claridad te lleva a la acción. 

Punto 3: Prioriza y encuentra el foco
Además de la división de tareas, la priorización es esencial. Debes comprender que no todas las tareas tienen el mismo nivel de importancia. Resulta útil aprender a distinguir entre lo que es urgente y lo que es importante. Cuando estés realizando tu lista de tareas, debes priorizar aquellas que son urgentes y que necesitan una atención inmediata. Solo después de haber cumplido esas tareas debes preocuparte por las tareas importantes, aquellas que contribuyen en tu crecimiento a largo plazo pero no requieren de la misma atención inmediata. De esta forma, saldrás de ese incómodo ciclo en el que sientes que haces mucho, pero todo queda en nada. 
Las tareas importantes, valga la redundancia, también son importantes. Para que nos sobre tiempo para trabajar en ellas, debemos limitar las distracciones al completo. Una vez habiendo roto la barrera de la procrastinación, lo último que queremos es que un estímulo inesperado nos haga perder la concentración. A veces es inevitable, pero para minimizarlas puedes ir a un lugar específico en el que sepas que nadie va a distraerte, o quitar las notificaciones del teléfono. Busca los elementos que te suelen distraer, y elimínalos de la ecuación. Debes convencer a tu cerebro de que no va a entrar en un estado de concentración absoluta para tan solo 10 minutos. Si piensa que no le merece la pena, no te dejará concentrarte. 

Punto 4: Toma acción
Pongamos un ejemplo: Imagina a dos personas. Ambas tienen el mismo objetivo, dibujar una caricatura de nuestro querido amigo Lucas, y ambos tienen el mismo plazo, dos semanas. La diferencia está en que la primera persona debe hacer una sola caricatura, y esta debe ser perfecta. La segunda persona tiene que hacer tantas caricaturas como le sea posible sin importar el resultado. Mientras que la primera persona invertirá todo su tiempo en buscar información sobre pintura, buscando tutoriales para aprender a realizar el trazo perfecto o recabando información sobre la compleja composición de colores, la segunda persona se pondrá a dibujar como loco. Os aseguro, que la segunda persona acabará con un resultado mucho más perfecto y pulido que la primera persona. 
Tomar acción es mucho más importante que buscar la perfección en primera instancia. Aprendemos mucho más cuando estamos inmersos en la acción aprendiendo de nuestros errores, e invirtiendo nuestro tiempo en aprender a solventarlos de forma activa. Es por ello que de nada sirve tener las mejores estrategias si no estamos dispuestos a ponerlas en práctica. 
No dejes que la búsqueda de la perfección te haga procrastinar, es más importante empezar y tomar acción, que el resultado en sí. Cada pequeño paso te acerca un poco más a tus objetivos. No lo olvides.

Abrazando el Crecimiento

Todos tenemos días en los que la pereza puede con nosotros. A veces, luchar contra la procrastinación parece tarea imposible, pero debes ser benevolente contigo mismo. El cambio lleva tiempo y requiere perseverancia. Es normal tropezar en el camino, lo importante es volver a levantarse y no dejar que un simple tropiezo destruya todos los avances que hemos conseguido. Las lecciones que nos brinda la experiencia son el motor para el crecimiento y el desarrollo de uno mismo. Este es un motivo poderoso para luchar contra la procrastinación, y convertirnos en dueños de nuestro tiempo y nuestra vida. 
Espero que este video os ayude a romper con esos patrones de conducta que no os dejan avanzar, para que podáis alcanzar todos esos objetivos que tenéis en el punto de mira. Queridos amigos, nos vemos en la próxima.