3 Lecciones de un hombre a punto de estrellar

Imagina que estás sentado en la primera fila de un vuelo comercial, y escuchas por megafonía que el avión tiene que realizar un aterrizaje forzoso.

Tu avión se va a estrellar. 

Esto fue lo que le pasó a Ric Elias.

Hace poco vi su charla en TED, y no me la quito de la cabeza.

Ric logró salir con vida de esta aterradora experiencia, y comparte con el mundo 3 valiosas lecciones que han cambiado su vida por completo.

Acompáñame a reflexionar sobre las 3 lecciones de un hombre a punto de estrellar. 

Lección 1: No se vive para siempre

Todo cambia en un instante.

De pronto, todo lo que dabas por supuesto desaparece.

En un abrir y cerrar de ojos, todos los planes de futuro que tenías se quedan en eso: planes. 

Resulta abrumador pensar en esta realidad.

No somos realmente conscientes de lo rápido que puede cambiar nuestra vida en una milésima de segundo.

Ric Elias, en medio del caos y la adrenalina de aquella situación, dio con una verdad innegable: la vida es efímera.

A menudo, mucho más de lo que parece.

Siempre me ha parecido curioso como al preguntarle a una persona mayor que lección le daría a una persona joven, todos coinciden en lo mismo:

que disfruten de la vida, porque antes de que te des cuenta, ha pasado delante de ti como si de un suspiro se tratara.
 
Tenemos esa lista de deseos que queremos cumplir, pero lo dejamos para mañana.

Siempre hay alguna circunstancia, a menudo autoimpuesta e imaginaria,  que nos impide cumplir esos deseos.

Cuando llega el momento, las preocupaciones diarias, esas circunstancias que nos impiden poner toda la carne en el asador, quedan relegadas a un segundo plano.

Solo puedes pensar en una cosa: ojalá hubiera hecho todo aquello que quería hacer. 

Por eso dejo en el aire la siguiente pregunta:

• ¿Qué es aquello que deseas hacer? 
• ¿Qué desearías haber hecho si mañana tu tiempo se agotara?

Debes ir con todo, al 100%, desde ya.

Si tienes algo pendiente, hazlo.

No esperes a decirle a un ser querido que le quieres.

Nunca te despidas sin decírselo.

Confiésale a esa persona lo que sientes de verdad pero te estas guardando por miedo…

¿Por miedo a qué?

¿A fallar?

A lo que deberíamos temerle es al arrepentimiento, a nada más. 

Al final del camino los arrepentimientos pesan más que los errores.

Las relaciones, las experiencias, haber disfrutado de la única vida que tenemos es lo que realmente nos llena el alma.

Cada día es una nueva oportunidad…

57.600 segundos para exprimir cada uno de ellos al máximo. 

Quédate con esta realidad: deja de actuar como si fueras a vivir para siempre.

Deja de posponer lo que verdaderamente importa.

Interiorízalo y empieza a actuar en consecuencia ahora. 

Lección 2: Deja a un lado el orgullo

Le damos demasiada importancia al ego.

Ejerce demasiado poder sobre nuestras vidas, y perdemos demasiado tiempo por su culpa. 

En situaciones de crisis, esas disputas con tu pareja, la rivalidad con esa persona a la que no aguantas y las preocupaciones sujetas a esas cuestiones, pierden importancia.

El orgullo pasa a un segundo plano ante la posibilidad real de perderlo todo. 

En la vorágine del día a día, a menudo invertimos tiempo y energía de más en disputas que no tienen sentido.

La vida es mucho más que intentar tener siempre la razón, o competir por objetivos que solo queremos alcanzar para lograr la aprobación del resto.

Tiempo que invertimos en la persecución de objetivos solo para aparentar ser algo que no somos ante los demás; tiempo que podríamos invertir en aquellos proyectos que nos llenan de verdad, persiguiendo el ser auténticos. 

Esta fijación por el ego, el orgullo, el individualismo, las apariencias…

Todo, nos aleja de lo que realmente importa.

Intentamos proyectar una falsa imagen de nosotros mismos alimentada por la validación externa, en lugar de disfrutar de la autenticidad y de las personas que nos valoran por quienes somos. 

Inmersos en el ritmo de vida rápido que caracteriza a nuestra sociedad, discutimos por todo, perseguimos tener la razón y lo único que conseguimos a cambio son energías negativas que nublan nuestro bienestar.

¿De verdad merece la pena?

Como ya hemos dicho, ante la posibilidad de que todo acabe, desde luego que no.

Está bien no tener la razón, y aunque la tengas, no debes convencer a todo el mundo de ello.

A veces, solo intentamos convencernos a nosotros mismos.

No discutas, habla y expresa tus ideas.

Si no se te escucha ese no es tu lugar, y en un lugar que no es el tuyo no merece la pena desgastarse. 

Es momento de soltar esos conflictos; de dejar de perseguir la aprobación de los demás, intentando demostrar constantemente lo que vales.

Quien te quiera y te acepte tal y como eres se quedará a tu lado.

Esas personas son a las que debes cuidar por encima de todo, las que te acompañan en el camino de la vida y comparten contigo momentos e instantes significativos y de valor.  

Quiero que pienses en esto: 

• ¿Cuántas discusiones han dejado una huella de rencor? 
• ¿Cuántas veces te has distanciado de alguien por una disputa que no tenía tanta importancia? 

Dedica tu tiempo y energía a cultivar relaciones significativas.

Repara esos lazos que se han deteriorado por malentendidos y aprende a dejar atrás las energías negativas.

Porque cuando llegue el momento, lo único que importará será si has invertido en lo que te hace feliz de verdad y en aquellas personas que dan sentido a tu vida. 

Lección 3: Enamórate de la vida

La tercera lección es la que más me ha hecho reflexionar.

Lo lógico sería pensar que al enfrentarnos de cara con la muerte, el sentimiento que afloraría sería el miedo.

Es lo que a priori resulta más lógico.

Nadie duda de que la situación que vivió Ric debió ser de lo más aterradora, pero lo que sintió en ese momento no fue miedo, sino una profunda tristeza.

La razón detrás de ese sentimiento es simple, pero está muy arraigada en lo más profundo de nuestro ser…

Amamos la vida y no nos queremos ir. 

Esto nos deja con la lección más importante de este blog: 

• La vida es un precioso pero frágil regalo, y debes aprender a verla como tal. 

• Levántate cada día dando las gracias por la oportunidad de vivir un día más. 

• Enamórate de la vida una y otra vez. 

Esta reflexión nos invita a ver la parte positiva de las cosas, celebrando la belleza de cada instante.

Nos empuja a visualizar como nos gustaría que fuera nuestro futuro, y a empezar a caminar en esa dirección.

Muchas veces la vida es dura, pero es innegable que tiene infinitas posibilidades.

Lo único que debes hacer es estar dispuesto a verla con optimismo y determinación. 

Ric tuvo la oportunidad de mirar el futuro con unas nuevas gafas y decidió cambiar radicalmente su vida.

Esa experiencia le concedió un milagro: la posibilidad de volver, y reevaluar por completo sus prioridades.

Para él, su única prioridad ahora es ser el mejor padre que pueda para su hija, pero para ti puede ser otra completamente distinta.

El caso es que no necesitas atravesar una circunstancia como la de Ric para adoptar sus lecciones y transformar tu vida.

Lo único que tienes que hacer es reflexionar, buscar un lugar tranquilo para pensar en esta cuestión y empezar a actuar en consecuencia.

Debes dejar de centrarte en las cosas negativas de la vida, y empezar a centrarte en la parte positiva de las cosas.

Aunque estés en una circunstancia difícil, siempre hay algo a lo que te puedas agarrar.

Siempre hay una mano amiga dispuesta a sacarnos de las arenas movedizas de la vida.

Respira profundamente, sonríe a la vida y te aseguro que, si tienes paciencia, esa mano aparecerá. 

Reflexión

Como ya hemos dicho, ese día a Ric se le concedió un regalo:

la posibilidad de ver su futuro y volver, para vivir de otra forma.

Cuando enfrentamos la posibilidad de perderlo todo, descubrimos lo verdaderamente esencial:

la autenticidad, el amor y la pasión por la vida.

Te animo a tomar conciencia de este hecho y a preguntarte, si hoy te vieras en una situación límite…

¿Qué cambiarías en tu vida?

Recuerda que cada pequeño paso puede transformar tu vida.

Queridos amigos, espero que hayáis disfrutado del blog, y nos vemos en la próxima.