Eres mejor de lo que te han hecho creer
Hoy en día parecer es más importante que ser.
Aparentar estar bien es más importante que estar bien de verdad.
La inseguridad se disfraza de perfección.
Es triste.
Vidas idílicas que ves tras la pantalla y te hacen preguntarte:
• ¿Por qué no puedo ser así?
• ¿Por qué no puedo sentirme bien conmigo mismo?
• ¿A caso ellos vean algo que yo no?
Es comprensible que tu autoestima esté por los suelos.
Pero es importante que comprendas esto:
Los que más se esfuerzan por aparentar estar bien, son los que más están sufriendo por dentro.
Nadie se libra de los problemas existenciales de la vida.
Soy humano, y nada humano me es ajeno.
Todos estamos rodeados de comentarios que nos juzgan.
Y lo que es peor: nuestra voz interna hace de esos juicios una realidad.
Nos repite que ellos están en lo cierto, y nosotros no.
Que su percepción es la correcta, y no la nuestra.
Con el tiempo, cada experiencia personal, los comentarios de otras personas, sus juicios.…
Van conformando lo que llamamos la autoimagen, y eso es de lo que vamos a hablar en el blog de hoy.
———-
El problema es el siguiente: esa autoimagen no es real.
Está distorsionada.
Y cómo no iba a estarlo.
Los humanos ya tenemos cierta tendencia a dirigir nuestros pensamientos hacia lo negativo.
Rara vez nos damos el beneficio de la duda.
Nos castigamos por nuestros errores, y cuando cometemos uno, parece que todo lo que hemos hecho bien no tiene ningún valor.
Podríamos pensar:
“Bueno, he fallado, pero he hecho tantas otras cosas que están bien”.
Pero el diálogo interno suena más bien a:
“Vaya cagada, seguro que todos piensan que soy un inútil”.
Es como un fuego al que cada vez se le echa más y más leña.
Es lo que nos han enseñado.
Cometemos un error y somos señalados.
Un simple tropiezo se convierte en motivo de burla.
Con el tiempo aprendemos a andar con pies de plomo, en medio de un campo de minas.
Crecemos, y esa percepción queda arraigada en nuestro subconsciente.
Fallamos, y de forma automática nos culpamos.
———-
Por si esto fuera poco, hay ciertos estándares a los que tienes que llegar para “ser suficiente”.
Y quédate conmigo porque esto es vital que lo entiendas.
Estamos tan centrados en cumplir esos estándares, en seguir cada patrón que nos dan, en obedecer directrices…
Que se nos olvida descubrir quienes somos realmente.
Se nos olvida crear nuestros propios estándares.
Cuando comprendes esto te das cuenta de que la segunda parte del concepto de “ser suficiente”, hace alusión a la validación externa.
La primera parte, la de “ser”, es en la que tendríamos que centrarnos.
———-
Quiero que se te meta esto en la cabeza: nadie te conoce tan bien como te conoces a ti mismo.
Dejar en manos de otros la percepción que tienes de ti mismo, es como darle una pistola a un mono.
O peor, cómo ponerle hasta las cejas de vodka y dejarle conducir tu coche.
No tiene ningún sentido.
Si no le darías al mono las llaves (y por el bien de todos espero que así sea), no les des a los demás el poder de distorsionarte.
Parece una tontería, pero es lo que hemos hecho siempre.
Uno no nace creyendo que es menos que los demás o que no es suficiente.
Esa percepción la has ido construyendo poco a poco, golpe a golpe, ¿o no es así?
Todos tenemos alguna frase de un amigo o un familiar grabada a fuego en nuestra mente como si fuera una verdad absoluta.
Son solo palabras, pero tienen un impacto tan fuerte que las conviertes en parte de tu identidad.
No es un caso aislado.
Y no solo se limita a las palabras del resto.
Me explico:
Si crees que vas a fracasar en una tarea, la que sea me da igual, esa ansiedad y falta de confianza en ti mismo va a hacer más probable que falles.
Si vas a una entrevista de trabajo pensando que no te van a dar el puesto, es más probable que no te lo den.
Esto se llama profecía autocumplida.
Una creencia o expectativa, sea correcta o incorrecta, acaba convirtiéndose en realidad.
Por eso los juicios del resto tienen tanto poder sobre uno mismo.
Imagina a un niño cuyos padres le dicen constantemente que es un vago.
Es algo que he escuchado mil veces.
Esto, con el tiempo, acabará afectando a la confianza y el comportamiento del niño, llevándolo a actuar con menos esfuerzo o motivación.
Sea o no perezoso, con el tiempo lo será.
Pero si el niño piensa que sus padres le ven como alguien inseguro, por mucho que esto no sea así, por mucho que no sea la realidad, el niño actuará en base a esa percepción.
Tu expectativa moldea tu realidad, incluso sin confirmación externa.
Que podemos sacar de todo esto.
La idea que quiero que asimiles desde ya, es la siguiente.
Si tanto los juicios reales, como los juicios imaginarios tienen un impacto similar, el problema no son los juicios en sí, sino lo que decides hacer con ellos.
Esta es la clave.
Si conviertes un juicio, real o no, en un hecho, puedes convertirlo en tu identidad sin darte cuenta.
Empiezas a verte a través de los ojos de los demás.
Empiezas a tratarte con una absoluta falta de compasión, algo que nunca harías con un ser querido.
Piensalo.
———-
Debes empezar a comprender que tus errores no te definen.
Los juicios del resto no definen lo que vales.
Las discusiones o malentendidos que hayas tenido no borran todo el impacto positivo que has generado en los demás a lo largo de tu vida.
Eres mucho más que todo eso.
Pero a veces se nos olvida.
Si hoy estoy aquí es para devolverte ese poder que la vida te ha arrebatado.
Para recordarte una verdad que, aunque simple, puede cambiarlo todo:
Tienes el poder de cuestionar esas creencias.
Enfrentarte a ellas y cambiar la forma en la que te ves a ti mismo.
Tienes el poder de soltar todo aquello que no te hace bien, y empezar a construir una autoimagen más real.
Tienes que empezar a ser justo y benevolente contigo mismo, de la misma forma que lo serías con un ser querido.
La única persona que va a estar contigo desde el principio hasta el final, en las buenas y en las malas, en las victorias y las derrotas, eres tú mismo.
Empieza a tratarte en consecuencia.
Tomate un momento para pensar en esto.
———-
Abre los ojos y empieza a ver la realidad.
Pregúntate si los demás te ven como tú crees que te ven, o es una simple construcción tuya.
Pregúntate si querían ofenderte o es fruto de la ignorancia, la frustración o de un simple malentendido.
Recuerda que sin intención de ofender no hay ofensa.
Piensa también en cómo piensas de ti mismo.
• ¿Estás siendo justo, o te estás juzgando en caliente?
• ¿Estás esforzándote en ocultar lo bueno para ensalzar lo malo?
• ¿Estás teniendo en cuenta solo lo negativo?
Siempre se dice que cuando estás inmerso en una relación tóxica, siempre es bueno tener a alguien de confianza que te de una visión externa y objetiva de la situación.
Cuando estás fuera lo ves todo con una mayor perspectiva.
Cuando estás dentro lo ves todo sesgado por la propia experiencia y los sentimientos que derivan de ella.
Con la relación que tienes contigo mismo pasa exactamente igual.
Encuentra a alguien de confianza con quien compartir lo que estás experimentando.
Confía en que su feedback va a ser mucho más realista.
Apóyate en sus palabras y esfuérzate por ver la situación desde su punto de vista.
Aleja el foco y podrás ver mejor, desde una posición de calma y objetividad.
Trabajar en esto es de vital importancia.
———-
Poco a poco te irás dando cuenta de las cosas que merece la pena interiorizar.
No importan las palabras que otros dijeron en el pasado.
Lo que importa es lo que eliges creer hoy.
Y sí, es una elección.
Tienes el poder de elegir.
Mereces sentirte bien contigo mismo.
Mereces ser feliz.
Tratas con amor a quienes respetas y valoras, ¿verdad?
Pues haz lo mismo contigo.
La respuesta no está fuera.
Lo que logras, lo que tienes, lo que otros dicen…
Todo son factores externos que no definen lo que vales.
Tu valor viene de quién eres, de lo que te esfuerzas en avanzar, de las acciones que tomas, del valor que aportas al resto. Siempre viene de ti.
Espero que esta pequeña reflexión te ayude a dejar ir.
Es importante comprender que todos pasamos por malos momentos.
Puede que tu estés inmerso en uno de ellos.
Es natural y forma parte de la vida.
El caso es que no todo el mundo es capaz de lidiar con ello, y a veces la única forma que encuentran de liberar su frustración, es proyectando su dolor en el resto.
Cada vez que te sientas víctima de un juicio, se consciente de esta realidad.
Te darás cuenta de lo evidente.
De que esa persona está atravesando un proceso, y no ha encontrado la forma de gestionar su mundo interno.
Nada más.
Cuando lo veas, dejarás de tomar sus palabras como algo personal, y empezarás a entenderlas como una simple proyección de su dolor.
Es lo típico que se dice, que lo que dices de los demás dice más de ti que de los demás, y no puede ser más real.
Poco más que añadir.
Quédate con las palabras de las personas que te quieren ver mejor, y deja de cargar con las frustraciones del resto.
No es tu responsabilidad.
Cuida de ti, de tu bienestar, y céntrate en tu propio camino.
Nos vemos en la próxima.