La gente no cambia | La NATURALEZA del CAMBIO

La pregunta es simple:

¿La gente puede cambiar, sí o no?

Por desgracia, la respuesta es más compleja.

Ninguno de los dos extremos es completamente correcto. 

Si bien es cierto que la gente puede cambiar, la mayoría no lo hace.

Esto nos lleva a cuestionar si un cambio real y profundo es posible.

Pero el hecho de que la gente no cambie no significa que el cambio sea imposible.

Hay una manera, y para eso estamos hoy aquí.  

El Dilema del Cambio

Piensa en esto: 

Todos somos muy conscientes de que comer comida procesada, fumar o consumir alcohol es perjudicial para la salud.

Son hábitos que pueden llegar a matarte, no creo que a nadie le sorprenda.

El caso, es que la gente mantiene esos hábitos aun a sabiendas de lo perjudiciales que pueden ser para la salud.

Saben que están haciendo mal, pero por mucho que lo intenten se dan de bruces con una verdad innegable: cambiarlos es más complicado de lo que parece. 

Ahora imagina a una persona que necesite cambiar algún aspecto de su forma de ser, pero que ni siquiera sepa que es lo que debe cambiar.

Esta persona lucha contra toda la complejidad que deriva del cambio en sí, más la añadida al no saber ni siquiera qué es lo que debe cambiar.

No tiene ni idea de hacia dónde dirigir sus esfuerzos. 

Este ejemplo ilustra los dos grandes desafíos del cambio:

– El primero, reconocer y admitir que hay aspectos en nosotros que necesitan mejorar.

– Y el segundo, el cambio en sí.

Modificar esos aspectos de tu forma de ser que llevan contigo demasiado tiempo.

Conductas que, a lo largo del tiempo, se han arraigado profundamente en ti. 

Estos dos desafíos, reconocer lo que está mal y cambiarlo, son para mi el corazón del dilema. 

La Naturaleza del Cambio

Punto 1: Revelación
Tu visión se aclarará únicamente cuando puedas mirar dentro de tu propio corazón. Quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia adentro, despierta. 
Carl Jung. 

La cuestión del cambio es profunda y requiere diseccionar todo lo que implica.

No se trata sólo de modificar una conducta.

A menudo, la gente afirma haber cambiado, cuando en realidad solo han alterado una capa superficial para mostrarse al mundo.

Quieren convencer al resto, casi tanto como quieren convencerse a ellos mismos.

Mientras tanto, su verdadero ser permanece latente en su interior, esperando un momento de dificultad para resurgir. 

Ese es el concepto clave, su interior.

Y es que, cuando hablo de cambio, me refiero a una transformación interna…

A lo más profundo de nuestro ser, no a un cambio superficial. 

Aunque suene poético, es justamente ahí donde reside la verdadera dificultad.

Ese es el cambio que la gente no consigue.

El problema radica en que, por lo general, no reflexionamos lo suficiente sobre nuestras vidas.

Sin un verdadero trabajo de introspección, lo que deberíamos cambiar permanece oculto. 

El siguiente concepto puede ayudar a ilustrar este punto:

Seguro que alguna vez has leído un libro o visto un video, y de repente, un concepto te queda tan claro que piensas: claro, es lógico.

Pero, aún pareciéndote lógico, ni siquiera habías considerado esa idea.

El concepto estaba ahí, solo necesitabas ese pequeño empujón para llevarlo a tu parte consciente. 

Lo mismo ocurre con eso que debes cambiar de ti mismo, solo que en este caso, la introspección es la forma de encontrarlo.

Reflexionar, buscar información, leer, preguntar…

Ser consciente de las consecuencias de tus actos, para ver aquello que está en tu interior pero permanece oculto.

Muchas personas ni siquiera son conscientes del daño que hacen sus palabras o sus acciones.

No ven que están haciendo algo mal.

De ahí que conozcamos personas malas que han sido malas toda su vida.

Podrían cambiar si, pero no tienen el trabajo necesario de introspección para darse cuenta del daño que generan en otros.

Si ni siquiera sabes lo que debes cambiar…

¿Cómo vas a hacerlo? 

La introspección lleva a la revelación, y la revelación es el primer paso para dirigir tus energías hacia una transformación real y duradera. 

Punto 2: Siguiendo el patrón
Si la mayoría de nosotros permanecemos ignorantes de nosotros mismos, es porque el autoconocimiento es doloroso y preferimos los placeres de la ilusión. 
AIdous Huxley

Lo cierto es que la introspección, por desgracia, brilla por su ausencia en nuestra sociedad.

Estamos cada vez más desconectados de nuestro interior.

Nos cuesta hasta pasar tiempo a solas con nosotros mismos.

Poco a poco nuestro mundo emocional se va nublando.

Nos convertimos en autómatas yendo en la dirección que se nos dicta.

Mientras andamos ese camino trazado, vamos escribiendo nuestro propio guion:

creamos un personaje que mostramos al mundo, y terminamos convencidos de que es quien somos realmente.

Por eso, a veces es necesario parar.

Salirse del camino y empezar a cuestionar.

Si, es duro mirarse al espejo, es duro mirar en tu interior y encontrar partes de ti que debas cambiar, pero es necesario.

La disonancia cognitiva, ese conflicto entre lo que eres y lo que sabes que deberías ser, te mantiene en el camino, siguiendo el patrón. 

A menudo me encuentro una persona joven y otra anciana con el mismo patrón de pensamientos.

Por ejemplo, un anciano que tenga una perspectiva muy negativa de la vida.

Las razones por las que puede haber adoptado esa perspectiva son muchas.

El caso es que probablemente haya tenido toda la vida cierta tendencia al negativismo.

Al no haber trabajado en ello, ha pasado a formar parte de su persona.

Cada vez es más complicado el cambio, ya que se lucha contra todas esas veces que se intentó cambiar, sin éxito alguno.

Cada fracaso queda anclado en la mente.

Tropiezas con la misma piedra y acabas abrazándola en vez de aprender a sortearla. 

Es por ello que cuando veo una persona joven con el mismo patrón de pensamientos, se que de no trabajar en ello, estará destinada a convertirse en esa persona mayor si no se sale del camino.

Aunque las personas estemos en constante cambio, la dirección de ese cambio no siempre es la correcta.  

Por desgracia, es más fácil aceptar eso de ti que quieres cambiar que esforzarte por cambiarlo.

Decir: “me acepto, esto es lo que soy”, y mantenerte en la inacción.

Punto 3: Disciplina 
La disciplina es el puente entre tus metas y tus logros. 
Jim Rohn

Otro punto clave para cambiar de verdad es la disciplina.

Desde Aristóteles, Séneca, Marco Aurelio, hasta Stephen Covey o James Clear…

Si tantos autores hablan de la importancia de la disciplina es por dos cosas:

– La primera es la obvia, su importancia.

– La segunda, es un hábito difícil de dominar.

Seguro que lo has escuchado mil veces, puede que estés cansado de escucharlo, pero se sincero, ¿eres todo lo disciplinado que puedes ser?

Y no te hablo de levantarte todos los días a las 6 de la mañana, todos tenemos obligaciones.

Te hablo de encontrar aquello que quieres cambiar, y tomar acción en esa dirección de forma implacable.

Sé sincero contigo mismo, si no lo eres, nadie lo será.

La gente no acostumbra a esforzarse por lo que es difícil de verdad, pero lo que merece la pena, es difícil.

Lo mismo ocurre con el hecho de cambiar, es posible, pero generar un cambio significativo requiere de una gran disciplina. 

La gente no cambia porque no tienen el coraje y la fuerza de voluntad necesaria.

No todo es voluntad, y en breve hablaremos de la importancia del entorno, pero si es un factor importante. 

Introspección para revelar lo que necesitas cambiar…

Coraje para salir del camino…

Disciplina para mantenerse en una dirección alternativa…

Es difícil, y hay que estar dispuesto a sacrificar mucho más de lo que aparenta a simple vista.

Te invito a reflexionar sobre ello.

La Importancia del Contexto

Yo soy yo y mis circunstancias. 
Ortega y Gasset. 

Si bien nos hemos centrado en un cambio profundo, todo gran cambio empieza por una pequeña acción.

El jinete y el elefante
El 1 de Enero empezamos una dieta, nos apuntamos al gimnasio, empezamos a cuidarnos como deberíamos y al de dos semanas, vuelta a la rutina de siempre.

Parece que nuestra voluntad se va agotando a medida que tomamos acción. 

El caso es que nos gusta pensar que tomamos nuestras decisiones de forma reflexiva y racional, cuando raramente es así.

Es simplemente una ilusión.

Hay una metáfora que, aunque simplifica el asunto, puede resultar útil para entenderlo: la metáfora del Jinete y el Elefante. 

El jinete representa la parte racional y calculadora.

Es nuestra capacidad de pensar en el largo plazo y tomar decisiones beneficiosas.

El elefante por otro lado, es nuestra parte irracional, en constante búsqueda de la gratificación inmediata.

Como comprenderéis, que el elefante pese 80 veces más que el jinete no es una casualidad en esta historia.

Aunque pensemos que es el jinete el que lleva las riendas, es el elefante quien guía al jinete por la selva, entendiendo la selva como nuestro propio contexto.

El caso es que para conseguir esa disciplina de la que hablábamos, tenemos que centrarnos en darle poder al jinete; mantener el equilibrio

Hace falta fuerza de voluntad para ello, pero no todo es voluntad en el cambio, y aquí es donde entra el contexto. 

El poder del entorno
Muchas veces, nuestros hábitos están gobernados por el entorno y tienen más fuerza que nuestras intenciones.

El contexto tiene un gran impacto en nosotros.

Si una persona quiere dejar de fumar, pero todo su grupo de amigos fuma, le va a costar el doble de esfuerzo dejarlo.

Es más probable que los que no fumen comiencen a fumar.

Por desgracia, no siempre podemos controlar o cambiar nuestro entorno para cambiar un hábito.

Es por ello que debemos aprender a emplear estrategias que faciliten ese cambio. 

En la Odisea, Homero nos cuenta cómo las sirenas hechizaban a los marineros con su canto, llevándolos a la destrucción.

Para evitarlo, Ulises tapa los oídos de sus marineros.

Sin embargo, él deseaba escuchar a las sirenas, por lo que pide a sus marineros que lo aten al mástil del barco, para poder oírlas sin ser arrastrado hacia ellas. 

Así como Ulises anticipó el peligro del canto de las sirenas y se preparó para enfrentarlo, nosotros también podemos anticipar situaciones y actuar en consecuencia. 

Imagina que estás intentando trabajar para avanzar en tu proyecto los sábados a la mañana.

No eres muy disciplinado, y cada sábado evades tu responsabilidad.

Teniendo esto en cuenta, puedes anticipar que el sábado se va a repetir el mismo patrón, y emplear la técnica de los desencadenantes de la acción de Peter Gollwitzer.

Para ello, lo primero que te aconsejo es formular un plan concreto, como podría ser el sábado a las 9 me sentaré en mi despacho para trabajar en estos puntos específicos.

Esto vincula una situación concreta con la acción deseada, y multiplica por 3 las posibilidades de éxito.

También puedes dejar listo el espacio de trabajo la noche anterior.

Crear una rutina previa, como prepararte un café y meditar sobre las tareas que debas hacer, también puede ser de gran utilidad.

El caso es probar y encontrar la que más encaje contigo.

Lejos de la Inercia

Queda claro que aunque cambiar es posible, no es para nada fácil.

Requiere una gran dosis de disciplina, autoconocimiento y, sobre todo, coraje para enfrentar la incomodidad de aceptar aquello que no nos gusta de nosotros mismos para cambiarlo. 

Aunque no sea un tema sencillo de abordar, he sentido necesario compartir aquello que en lo personal, me ha ayudado a cambiar muchos aspectos de mi vida.

Te invito a reflexionar sobre quién eres, y sobre todo, quién quieres ser.

No permitas que la inercia detenga tu crecimiento. 

Queridos amigos, nos vemos en la próxima.